En el pasado hemos compartido un artículo sobre mujeres artistas cuyo talento fue eclipsado por ser hijas o aprendices de hombres pintores. Sin embargo, esa es solo una de las múltiples razones que llevaron a la historia del arte a omitir a las mujeres artistas.
Si bien las razones pueden incluso variar en la historia de cada una de las artistas, de forma general existen factores que afectaron a cada una, ya sea de manera directa o indirecta. En este artículo queremos compartir algunos de esos factores y explicar a grandes rasgos su influencia en la ausencia de mujeres artistas en la historia universal del arte.
Las Firmas
Una de las causas más populares es que a las mujeres no se les permitía firmar sus obras. Antes del renacimiento era muy raro, a veces incluso prohibido que cualquier artista firmara sus obras, pero cuando esto cambio, solo significó una diferencia para los hombres.
Por siglos no se le permitió firmar a las mujeres y esto llevó a que sus trabajos fuesen erróneamente – o mejor dicho, injustamente – atribuidos a los hombres. Algunas artistas encontraron formas sutiles de dejar su nombre o un símbolo que diera una pista a quien las estudiara en un futuro y pudiese hacerle justicia a su producción.
Sin embargo, ausencia de firmas no fue lo único que propició a la incorrecta atribución de las obras también está el hecho de que el genio se consideraba exclusivo del género masculino, por lo tanto, mientras mejor fuese una obra, menos iban a considerar que fuese de autoría femenina.
Sistemáticamente Inferior
Partiendo de nuevo de la idea que se tenía sobre el genio y su exclusividad para el género masculino, las mujeres eran consideradas copistas, debido a que su “condición de mujeres” no les permitía alcanzar el genio con el que supuestamente nacían los hombres. Por lo tanto, su arte nunca sería igual de bueno.
Obviamente, esto no solo estaba relacionado a una característica biológica como el sexo, sino que los mismos hombres se encargaron de reprimir el desarrollo artístico de las mujeres de forma sistemática. Por ejemplo, sabemos que a las mujeres no se les permitía entrar a talleres para aprender de otros artistas, ni ir a la escuela e incluso cuando esto cambió, también se limitaron las clases que podían tomar.
Podríamos pensar que las mujeres preferían representar cosas sencillas como bodegones, dedicarse a los retratos y no ser ambiciosas con el paisajismo, pero la realidad fue que ni siquiera se les permitía tomar clases con modelos ni estudios de la figura humana al desnudo, por lo que varias se veían obligadas a practicar exclusivamente temas de “arte menor” sin oportunidad de demostrar sus habilidades en “temas importantes” como la mitología, la historia o la religión, temas con los que los hombres obtenían fama y éxito.
Esto dio lugar a que el arte realizado por mujeres se considerara sentimental, suave, sensible, delicado y no era valorado por esos atributos, todo lo contrario, era subestimado por ello. Mientras que las mismas propiedades en obras realizadas por hombres recibían buenas críticas y eran aplaudidas.
Machismo Institucional
Los estudios de la historia, sin importar la disciplina en la que se enfoque, siempre serán subjetivos. Tanto instituciones como investigadores organizan, seleccionan y distribuyen la información de manera arbitraria, por lo tanto, es innegable que la historia universal del arte es una perspectiva masculina, limitada e incluso machista.
Principalmente escrita por hombres, la historia del arte se centra en hombres. Mientras que investigadoras se han dado la tarea de darle visibilidad a mujeres artistas excluidas de la materia. No es una coincidencia que sus contemporáneos hayan hecho normas injustas para limitarlas, ni que los historiadores decidan pasarlas por alto sin importar el siglo o el año en el que nos encontremos.
Hoy en día ya se presta más atención a esto y aunque no se puede evitar ser subjetivos en el estudio de la historia, se pueden ampliar las posturas y enfoques de esta, por lo que tenemos un panorama más amplio e incluso justo del contenido de la materia y podemos valorar de diferentes formas la diversidad que caracteriza tanto al arte como a la humanidad.