Ya hemos hablado sobre algunas características del Renacimiento en países europeos sin contar a Italia, si te perdiste de ese artículo o gustas checarlo de nuevo, haz click aquí.
En el país que fue la cuna del Renacimiento diversas ciudades destacaron en la historia de este movimiento, en estas se desempeñaron numerosos artistas que se volvieron estandartes de su región y referentes universales del movimiento.
Cada ciudad tuvo diversos talleres que solían tener similitudes que unificaban un estilo que de cierta forma representaba su lugar de origen. Este fenómeno fue conocido como el surgimiento de las escuelas, las cuales competían entre sí y tenían características que las separaban de las otras. Sin embargo, varios artistas y entre ellos, los más prolíficos, solían moverse de ciudad en ciudad sin un límite de tiempo definido integrando lo que mejor les parecía a su estilo y repertorio de habilidades.
En este artículo hablaremos sobre las escuelas renacentistas más famosas y quienes las conformaron, así como un poco de la historia de quienes pertenecieron a más de una.
Florencia
El principio y la cúspide del Renacimiento se pueden apreciar entre los representantes de esta escuela. Desde aquel artista que rompió con las tradiciones bizantinas de los mosaicos y llenó las obras con fondos naturales cuyos objetos tenían proporciones relacionadas con su masa y el espacio en el que se encontraban, Giotto di Bondone es uno de los más primitivos maestros del Renacimiento florentino y al mismo tiempo uno de los más importantes. Hasta aquel internacionalmente reconocido incluso en nuestros días, Miguel Ángel Buonarotti, creador de los magníficos frescos en el techo y altar de la Capilla Sixtina, así como del inigualable David de mármol.
El impulso al arte, así como la importancia tanto política como económica que comenzaban a cobrar las obras, fueron factores que crearon un ambiente altamente competitivo y exigente que llevó a aquellos que se querían dedicar al arte a innovar y superar tanto a los demás como a sí mismos de manera constante. Es por lo que, durante el Renacimiento, la escuela florentina no solo contó con innovadores como Giotto, sino también con hábiles estudiosos como Masaccio, quien dominó con gran maestría la perspectiva lineal; aparecieron genios sensibles como Botticelli, quien se preocupó por crear obras lo suficientemente divinas como para complacer a Dios, y Miguel Ángel, quien tuvo tanto talento que algunas de sus obras fueron prácticamente imposibles de financiar, como el diseño que tenía la intensión de realizar para la tumba del papa Julio II.
Así como recordamos los nombres y las obras de los exponentes de la escuela florentina, podemos también reconocer los aspectos que la caracterizan, siendo estas la grandiosidad y la ambición para cada obra y proyecto que realizaban. Los artistas florentinos siempre buscaban hacer algo más grandioso y complejo.
Roma
Cuando Florencia se encuentra con múltiples problemas políticos y económicos, el centro del arte en Italia se muda a Roma, donde diversos proyectos llevaron a los artistas a buscar desempeñarse ahí. Los mejores ejemplos de las oportunidades que tuvieron en Roma se encuentran en Las Estancias de Rafael, la Basílica de San Pedro y la Capilla Sixtina.
Los artistas que más destacaron en Roma fueron parte del gran desplazamiento que se dio a la capital por su acelerado desarrollo en el ámbito artístico. Miguel Ángel, triunfó como era de esperarse, aunque seguía siendo muy importante para Florencia. Sin embargo, el personaje principal en el escenario romano fue Rafael, pese a lo fugaz que fue la luz divina con la que Vasari escribe que bañó toda Roma, no cabe duda de que el corto tiempo que pasó en la tierra y en dicha ciudad nunca fue un impedimento para que dejara huella tanto en la escuela romana como en el arte universal.
Gracias a la belleza en las obras de Rafael, la competitividad en la escuela romana se orientó hacia la perfección y la belleza de las formas; cuanta más gracia tuviesen las figuras, mejor vistas serían por el público, sobre todo si la obra constaba de la inmaculada divinidad de la Virgen madre de Jesús y el público eran diversos agentes religiosos como feligreses, sacerdotes, cardenales, entre otros.
Venecia
Simultáneamente, Florencia ya no podía competir con Roma en el ámbito artístico, pero la escuela veneciana si dio cierta pelea por alzar su nombre, pero mientras la perfección en el dibujo y la búsqueda de la belleza captaba por completo la atención de la escuela romana, en Venecia los artistas se preocuparon por otras características que, si bien no suenan tan llamativas en primera instancia, ciertamente lograron alcanzar permanencia en la historia del arte y relevancia entre las ramas de la estética. Estas fueron la serenidad y el balance en la composición.
Los representantes de esta escuela dejaron antecedentes de gran riqueza para la pintura universal, ya que en sus obras manejaban pinceladas sueltas que creaban diferentes modulaciones cromáticas y estas enriquecían a su vez el tratado del color y la luz que ya integraban en la obra. Entre los más destacados de la escuela veneciana se encuentran Tiziano, Veronese y Tintoretto.
Cada uno de ellos jugó con la luz y la composición de tal forma que la escuela veneciana pasa a la historia, tal vez no tan llamativa como la florentina o la romana, pero si imperdible e indispensable.
Milán
Durante el Renacimiento Milán tuvo una organización militarizada por una importante familia: los Sforza. Dentro de la fortaleza de esta dinastía, un artista encontró el lugar perfecto para dedicarse a cada creación que se le ocurriese, fuese una obra de arte o no, este genio todólogo fue Leonardo da Vinci, el estandarte de la escuela lombarda. Dicha escuela comprende como tal el territorio de Milán y se basa principalmente en la obra de Leonardo, por lo tanto sus características destacadas son la belleza en el colorido y la maestría en la técnica.
Esta escuela se desarrolló con influencias de la florentina -de la cual provino Verroccio el maestro de Leonardo- y posiblemente hubiese destacado más de no ser porque su desarrollo se dio en el Bajo Renacimiento. Muy posiblemente una rivalidad con Venecia o Roma habría llevado a más artistas a buscar alcanzar un nivel como el que tuvo Da Vinci en su momento.
Como pudimos ver, el Renacimiento no solo se desarrolló de forma diferente entre los países europeos, sino también dentro de cada país, en este caso Italia. Sin embargo, lo que tal vez no cambie por más que pasen los años, es la positiva influencia que llega a tener el ambiente competitivo para el impulso del arte, y la riqueza que gana las regiones (países, estados, ciudades o más) que se preocupa adecuadamente por aprovechar el potencial de los artistas y valorar el patrimonio cultural que aportan desde su producción.