En este artículo dedicado exclusivamente a la pintura del Barroco, compartiremos las características generales del movimiento y la importancia de sus máximos exponentes con relación a los diferentes rostros que presentó la pintura.

Como cualquier otro movimiento, el Barroco fue interpretado y presentado con ciertas diferencias estilísticas que marcaban la nacionalidad de la obra, a veces hasta la autoría aun dentro de la cantidad de artistas contemporáneos con los que se encontrara. Sin embargo, sí hubo un conjunto de características que marcan la esencia del movimiento sin importar dónde se manifieste.

El Barroco dejó atrás la perfección de las formas que buscaba el Renacimiento, por mas que la intención de este fue retratar la naturaleza con la mejor técnica posible. Por su parte, el Barroco sí quiso darle naturalidad a sus representaciones de la realidad, sin idealizar formas, ni perfeccionarlas, los modelos fueron pintados sin modificar sus rasgos y lo cotidiano se pintó con tanto vigor como lo religioso.

Los temas que se representaron en este movimiento también fueron diferentes según el país, y en este caso, según la postura religiosa de cada uno. Por ejemplo, los países católicos exaltaron a los artistas que pintaban temas religiosos, como Caravaggio en Italia, Velázquez en España y Rubens en Países Bajos. Aunque Velázquez se entregó más a retratar a la realeza y Rubens realizó pinturas de gran variedad de géneros, se les considera pintores del lado católico del Barroco.

La contra parte, serían pintores de países protestantes. En la Holanda libre, destacaron Frans Hals y Rembrandt, uno de los mejores retratistas de lo cotidiano. En Italia y Francia, estaban más vivos temas como el paisaje y lo mitológico de la mano de grandes pintores como Nicolás Poussin, Guido Reni y Claude Lorrain.

Como sabemos, Caravaggio es uno de los máximos exponentes de este movimiento y es muy famoso por su dramático manejo de la luz, sin embargo, el contraste de claroscuro en el tenebrismo, no es la única forma en la que se usó la luz para expresar la teatralidad del Barroco. Bajando la intensidad de la oscuridad, pero no del impacto de su obra, Rubens, Velázquez y Guido Reni son ejemplos de cómo la luz fue la protagonista en este período y puede hacer sublime una obra si se usa correctamente, sin importar qué tan clara u oscura sea.

Si bien, la luz fue un recurso muy importante, la profunda teatralidad del Barroco es más complicada que el buen uso de solo una herramienta. La composición es altamente importante. En este período ya no se usan composiciones sencillas como la lineal de forma recurrente. Las figuras y los personajes tienen un lugar, realizan acciones, hay movimiento y eso dio lugar a composiciones diferentes, diagonales, curvas y más dinámicas.

Sin embargo, aun hay algo más, algo que vuelve única la pintura barroca, ya que hubo artistas que lograron lo sublime sin excesos de teatralidad o dramatismo en la luz. Hay cierta espiritualidad en el Barroco que no muchos lograron, entre ellos, Rembrandt y Vermeer. Quienes podían hacer pinturas con un solo personaje y las encontramos altamente cautivadoras incluso hoy en día, como el retrato del papa Inocencio X que realizó Velázquez, otro ejemplo de los mejores pintores que catalogamos en el Barroco.

Entrando ya en el tema específicamente de retratos, Rubens no se queda atrás, por supuesto, pero uno de sus alumnos – el mas destacado, de hecho – merece su mención en este articulo, ya que es de los pocos pintores de corte que se dedicó tanto a pintar burguesía y monarcas, creando un invaluable registro pictórico como Velázquez, hablamos de Anton van Dyck.

Como podemos observar, el Barroco es tan variable como la cantidad de artistas que lo vivieron, sin embargo, este fue muy diferente al Renacimiento en casi todos los aspectos que los componen, por lo que, en realidad son más sencillos de diferenciar de lo que pensamos.

Fuente: La Historia del Arte - Ernst Gombrich