En esta entrega queremos compartirles las historias de unos increíbles cuadros que se pueden encontrar en la especial sala 075 de Museo del Prado. La temática de esta sala son unos impresionantes y desgarradores cuadros enormes que retratan fuertes emociones y escenas.
Teniendo en común la muerte de sus personajes o momentos de inflexión previos a tragedias, en la sala se reúnen unos artistas extremadamente hábiles que nos capturan con las dimensiones de sus obras y la profundidad en el contenido de estas. A continuación, les compartimos 4 de las obras que se pueden encontrar en la sala 075.
“La muerte de Séneca” (1871) Manuel Domínguez Sánchez
La obra, cuyo título original es “Séneca, después de abrirse las venas, se mete en un baño y sus amigos, poseídos de dolor, juran odio a Nerón que decretó la muerte de su maestro” posee un lienzo de 270 x 450 cm. Gracias a esto, el espectador no solo se puede conmover por la maravillosa técnica con la que fue ejecutada la obra, sino también se ve envuelto en ella, casi como si estuviese presente en la escena en la que los personajes prácticamente de tamaño real expresan variadas emociones.
Pese a lo descriptivo que podemos encontrar el título original, la escena en la obra es aun más interesante y los elementos en ella la enriquecen. Si bien, Séneca es conocido por ser un filósofo griego, este nació en Córdoba, España; fue el maestro del emperador Nerón, pero este ordenó su muerte, acusándolo de haber participado en la conjura de Pisón.
Séneca decidió desobedecer y elegir su propio final, por lo que se cortó las venas para dejarse morir en la tina. Los sentimientos de los personajes frente a este suceso se hacen presentes en su lenguaje corporal, emociones como: ira, frustración, rencor y tristeza se manifiestan en puños cerrados, sollozos, miradas derrotadas y rostros cubiertos acompañando al maestro.
La composición rectangular crea una retícula en conjunto con elementos como la tina, los discípulos y las columnas en el fondo, sin embargo, lo que hace maravillosa esta obra, es la ingeniosa y elegante aparición de dos lineas diagonales paralelas entre el discípulo en la tina y el cadáver de Séneca, guiando la mirada a travez de toda la obra.
“Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga” (1888) Antonio Gisbert Pérez
Este cuadro es fascinante por diversas razones; primero, la gran historia detrás del encargo que recibió Gisbert para realizarlo. En 1886, Antonio Gisbert, quien ya era un importante artista consolidado dentro de la tradición académica, se encuentra con el encargo de realizar un cuadro que sería directamente para la colección de Museo del Prado, este se lo encargó el gobierno liberal de Práxedes Mateo Sagasta. Esto como un manifiesto y propaganda política en contra del autoritarismo y las injusticias que sufrió España durante el reinado de Fernando VII.
Segundo ¿Quién fue Torrijos? Jose María Torrijos fue un militar que se rebeló al reinado de Fernando VII y fue exiliado a Inglaterra cuando este regresó al trono en 1814. En un intento de sublevarse, regresó a España y fue víctima de una emboscada por parte del gobernador Vicente González Guerrero, quien le había asegurado el triunfo de su rebelión y que viajara a Málaga con sesenta de sus hombres de confianza. Todos fueron atrapados y fusilados poco después de la emboscada, sin juicio o audiencia alguna.
Finalmente, esta fue la obra cumbre en la producción de Gisbert. Con la importancia de este encargo y el honor de que fue asignado a él, Gisbert decidió dedicarle toda su maestría, su dominio en la pintura y conocimientos para presentar esta enorme obra llena de sensibilidad en personajes que se ven reales y la expresión de sus sentimientos en sus rostros los hace aun más humanos.
“Sagunto” (1888) Agustín Querol y Subirats
Esta escultura de formato semi colosal, carga con una inspiradora historia y un gran rango de emociones representadas.
Sagunto fue una ciudad en Hispania – nombre por el cual los romanos habían asignado a la península ibérica – y esta fue asediada durante la Segunda Guerra Púnica. Las Guerras Punicas fueron enfrentamientos entre las dos fuerzas más grandes que se peleaban el territorio del Mediterráneo, Roma y Cartago. El evento de la Segunda, data del 218 a. C. Y la ciudad de Sagunto se encontraba protegida por Roma, pero Aníbal – general cartaginés – ordenó el asedio a la ciudad.
La escultura representa a una madre que no aceptaba el destino en el que ella y su hijo fuesen capturados por soldados cartaginenses, por lo que se clava un puñal en el pecho después de haber acabado con la vida del niño. Querol logró capturar y transmitir un fuerte rango de emociones con esta obra: la tragedia, la frustración, el dolor, la desesperación y la fuerza de una madre frente a un destino cruel.
Querol fue subestimado y juzgado durante las exhibiciones de esta obra, algunos críticos incluso dijeron que había perdido fuerza y el toque, sin embargo, con el paso de los años, Sagunto se convirtió en una obra ampliamente solicitada para réplicas, las cuales en la actualidad se exhiben en diferentes recintos.
“Los amantes de Teruel” (1884) Antonio Muñoz Degrain
La tradicional historia de los amantes de Teruel se remonta al siglo XIII y cuenta el triste romance entre Isabel de Segura y Juan Diego Martínez de Marcilla. Los jóvenes se enamoraron y Juan pidió la mano de Isabel en matrimonio, ella aceptó pero sus padres no. Esto debido a que Juan Diego no tenía riqueza alguna a su nombre aunque era un noble como Isabel, esto porque era el segundo hijo de la familia, así que todo sería de su hermano mayor. Juan decidió pedirle una oportunidad a los padres de Isabel, iría a la guerra y regresaría con grandes riquezas, a lo cual los padres de Isabel aceptaron y decidieron creerle.
Juan fue a la guerra y durante mucho tiempo nadie supo nada de él, por más que Isabel y su familia esperaron, estos rompieron con la espera y decidieron casar a Isabel, sin embargo, justo después de la boda, Juan regresó de la guerra con todas las riquezas que prometió. Al enterarse de qué fue de Isabel, corrió a ella y le rogó un ultimó beso, pero ella decidió respetar su responsabilidad con su marido y se negó, entonces, Juan se desploma a sus pies, muerto.
Al día siguiente, durante el funeral de Juan, Isabel se acercó para darle el beso que le negó y fallece al momento a lado de él. Reconociendo su amor, sus familias decidieron enterrarlos juntos, para que permanecieran así por la eternidad. La obra retrata el momento de la muerte de Isabel, como si fuese el verdadero encuentro de los amantes, en una trágica, pero bella escena.
La pintura cuenta con elementos del orientalismo decimonónico: romántico, épico, espectacular. La iglesia se puede identificar a simple vista como católica aunque sume una gran cantidad de elementos con estética oriental, esto es parte de la diversa herencia que posee España, por lo cual incluso sus pintores de temas orientalistas dominan esta tendencia y son de los mejores en Europa.
Como se pudo apreciar, el arte no solo abarca lo bello, también la tragedia, lo grotesco, lo sublime, entre otros temas y el fin de la vida es un evento que da pie a un gran rango de situaciones y temas. Acompáñenos en la próxima entrega de obras en la sala 075 del Prado, donde seguiremos compartiendo más de estas magnificas y sensibles pinturas de gran escala.
Fuente: Museo del Prado.