En comparación con el Renacimiento, el arte medieval es un poco menos popular y recibe menos atención del público. Sin embargo, nos encanta revindicar o al menos recordar partes de la historia del arte que parecen un poco olvidadas y es por lo que en este artículo hablaremos un poco sobre los Libros de Horas.
Como tal, estos libros fueron manuscritos repletos de iluminaciones y miniaturas que acompañaban salmos, himnos y rezos. Estos solían elaborarse de manera personal y por encargo, por lo tanto, cada uno tenía características y elementos diferentes a cualquier otro Libro de Horas. Por ejemplo, las ilustraciones y los himnos solían ser seleccionados al gusto del cliente, aunque las ilustraciones no eran estrictamente necesarias. Esto puede parecer algo confuso ya que se les suele considerar como un elemento característico de estos libros, las cuales elevaban considerablemente el precio del manuscrito, no obstante, estas eran prescindibles. Personas con menos posibilidades económicas podían optar por libro sin ilustraciones, ni miniaturas y encontrarlos a precios completamente accesibles.
Sin embargo, sí contaban con aspectos que formaban parte de cada uno de ellos o bien, se consideraban contenido típico en estos, ya que tenían una utilidad que cumplir para los religiosos que los encargaban. Dichos elementos fueron: El Oficio de los Muertos, la Letanía de los Santos y las Horas de la Virgen María. El primero está conformado por los Salmos Penitenciales, estos son siete y constan de ruegos a Dios por perdón, porque sus oraciones sean escuchadas y que sus pecados no sean reprendidos en la ira del Señor, como son los salmos 6 y 101 (“Domine, ne in furore” y “Domine, exaudi” por sus nombres en latín) conocidos en español como “No me reprendas, Señor, en tu ira” y “Escucha, Señor, mi oración” respectivamente. Por otra parte, la Letanía de los Santos cuenta con 5 partes: Súplica a Dios, Invocaciones a los Santos, Invocaciones a Cristo, Súplicas por necesidades y Conclusión.
Finalmente, Las Horas de la Virgen María. Estas fueron una división del día que se utilizó en la era medieval para establecer las ocho horas canónicas en las que se realizaban los rezos en los monasterios y estos pudieran ser seguidos por los devotos con sus Libros de Horas, cuyo nombre proviene de estas también conocidas como Horas Marianas.
Por otro lado, el origen del manuscrito es diferente. Los monjes y las monjas en los monasterios debían de recitar un conjunto de salmos al día, la gran variedad de estos se encontraba reunida en un libro conocido como Salterio. Este era un poco más complicado y debía ser memorizado en su totalidad por monjes y sacerdotes. Con el tiempo este pasaría a ser conocido como Breviario, cuyo contenido constaba de salmos, oraciones y lecturas entre otros elementos de la liturgia de las horas del oficio católico. Más tarde, una versión menos estricta y personalizable pasaría a la historia como el Libro de Horas que conocemos.
¿Otro posible origen?
Varios siglos antes de Cristo, alrededor del 1500, una civilización con un enorme desarrollo cultural y científico había creado un libro muy parecido al Libro de Horas. Estamos hablando del Libro de los Muertos que elaboraron los egipcios.
La mitología egipcia fue sumamente rica, la cosmovisión y el conjunto de dioses que la conformaban fue amplio. Entre sus mitos, hubo la creencia de que los muertos debían de pasar por múltiples pruebas en el Duat (el inframundo) y el juicio de Osiris para tener un descanso pacífico en la otra vida. El Libro de los Muertos constaba de sortilegios que ayudarían a los difuntos con todas estas dificultades y retos en su viaje por inframundo después de su muerte.
Al igual que el Libro de Horas, estos solían ser encargados y hechos de manera personal y única para cada persona que pidiera uno, aunque fue más marcado en la cultura egipcia que el Libro de los Muertos fue específicamente para los miembros de alto rango en su pirámide social (sacerdotes, nobleza, etcétera).
Si bien no podemos afirmar que el Libro de Horas esté basado o tenga como precedente el Libro de los Muertos ya que se conoce el Salterio como su origen, compartir la existencia del libro egipcio y sus similitudes con el manuscrito católico sirve un poco para comparar y crear algo de perspectiva sobre la historia del arte y las múltiples creaciones que hemos desarrollado a lo largo de esta más allá del clásico formato de la pintura en el caballete.
Fuente: Historia del Arte.