En esta tercera entrega de Arte Asiático, concluimos con el tema del arte de China, con tres dinastías más por conocer. Si te has perdido del articulo anterior de esta serie, puedes encontrarla aquí.
La historia del arte en China en esta parte tuvo unos episodios destacables de evolución en la pintura y sobre todo en la cerámica a través de la experimentación y el comercio.
Dinastía Yuan (1279-1368)
Este período inicia con la conquista mongola a China, lo cual, trajo cambios significativos para el país en diversos ámbitos. Uno de los más destacados fue que la corte real cambió, por lo tanto, sus integrantes también. Los artistas eruditos se fueron de la corte e incluso de la capital. Como tal, los monarcas mongoles no tenían corte, así que el mecenazgo también desapareció. Obviamente esto afectó económicamente a los artistas, aunque al mismo tiempo les ayudó a desarrollarse de manera individual.
Los artistas tuvieron la oportunidad de trabajar la pintura con mayor profundidad desde sus propias intenciones, pero siempre fieles a la tradición y sus criterios, es decir, trabajaron con un estilo tradicional obras que realizaban desde su propio interés, sin la intervención de influencias políticas o con parámetros que cumplir para un encargo. Como resultado, algunos llegaron a destacar y sus nombres se conservan en la historia.
Uno de ellos fue Chao MengFu, un pintor y calígrafo que también fue funcionario de la corte cuando esta aun existía. En su familia, compartió su dedicación a la pintura con su esposa e hijo, y este último, también practicó el mismo estilo que MengFu, es decir, el de la corte del Norte: un paisajismo meditado y dedicado a la observación.
Por otra parte, también destacó Wang Meng, cuya obra es recordada por su experimentación con el estilo y la expresión que dedicaba al cielo en sus paisajes.
Un tema que fue muy importante para la dinastía Yuan, fueron los retratos, se preocuparon de que estos fuesen lo más fieles posible y no podían faltar en la familia real, sin embargo, no se interesaron realmente en artes cultas como la pintura y la caligrafía; en cambio impulsaron las artes aplicadas como la producción de seda, joyería, metalurgia y por supuesto, la cerámica.
La cerámica fue realmente uno de los puntos fuertes de la dinastía Yuan, impulsaron tanto su producción como su comercio, conectando con Japón, Filipinas, Indonesia, India, Malasia, Egipto y el Golfo pérsico. La maestría que se llegó a alcanzar en este período destacó en la calidad y expresión que alcanzaron con el cobalto sobre la porcelana blanca, logrando piezas muy elegantes.
Dinastía Ming (1368-1644)
Esta dinastía fue un gobierno mongol y por ser extranjeros, mudaron la capital de China al sur, en Nankín. Con la aparición de esta dinastía, de nuevo hubo cambios en China, a esta dinastía le gustaba la historia del país y su gloria, por lo tanto, evocaban aspectos de varias dinastías en distintos ámbitos.
El espíritu de la época era el de ser una China fuerte y unificada, como en los tiempos de las dinastías Han y Tang. Por otra parte, el confusionismo regresó como parte de las bases filosóficas y artísticas para el país, sin embargo, no hubo un regreso de una “academia” que dictara los criterios y el carácter de las pinturas.
En la pintura el panorama era un poco más complicado, algunos pintores que estuvieron en la corte Ming y luego salieron de ella, se dividieron entre el norte y el sur del país para seguir dedicándose a un estilo que compartía características Sung y Ming. Estos salieron de la corte porque no eran eruditos literatos, cosa que el confusionismo exigía y aplaudía, pero tampoco eran simples decoradores a sueldo, eran artistas que buscaban dedicarse a la pintura y estudiaron antiguas dinastías para crear un paisajismo romántico inspirado en los Sung, pero que se combinara con la calidez romántica y el primitivismo de los Ming en pinturas de gran escala.
Sin embargo, sí hubo otros pintores que no abandonaron la corte Ming, estos tuvieron directrices en su pintura como la necesidad de una meticulosa observación del paisaje que debían dominar, los objetos en la pintura debían tener una buena relación y armonía con la composición de la escena y sobre todo, naturalismo.
Conforme pasaron los años en esta dinastía, no surgió una academia, pero sí un tipo de artistas literatos con intereses en común para el desarrollo de la pintura, a quienes se los conoció como Escuela Wu. Este grupo tuvo personajes destacados, pero lo que los caracteriza principalmente es que buscaban trabajar estilos diferentes entre sí.
Esta dinastía destacó durante el siglo XV en la cerámica, conforme avanzó el comercio de esta, los cambios en el estilo se hicieron presentes, poco a poco se fueron acercando al perfecto esmalte transparente y brilloso que daría ese toque perfecto a la porcelana blanca decorada con tintes azules. Sin embargo, aun faltarían varios años para llegar a ese punto y durante el período Ming, no solo se experimentó con azul, sino también con verde, amarillo, rojo y púrpura.
Entre otras variaciones destacadas que tuvo la cerámica, fue la aparición de frases como parte de la decoración en las vasijas , estas solían ser fragmentos del Corán, como parte de la influencia musulmana que llegó a China. Para el siglo XVI, las piezas blancas decoradas con azul ya eran las más famosas y compradas entre los diferentes estilos y variantes de cerámica, muchas llegaron a ser importantes fuera del país, por ello algunas vasijas producidas en Cantón llegaron a tener escudos de familias europeas, tal fue la demanda.
La dinastía Qing (1644-1911)
En este período hubo un gran impulso por las artes visuales en el país. Artistas llegaron a ocupar cargos políticos y se crearon casas comerciales que conectaban y procuraban el comercio artístico entre diversas ciudades de China y al país con otros incluso fuera del continente asiático.
La individualidad de los artistas – sobre todo entre los pintores – se volvió más natural y estos comenzaron a destacar por estilos propios y gozar de fama por sus propios nombres. Hubo una gran prosperidad dentro del campo artístico, el arte comenzaba a dar prestigio y representar riqueza, así que algunas familias comenzaron a crear importantes colecciones de arte para entre los siglos XVI y XVII.
La práctica de estilo propio llevó a los artistas a separarse en dos tipos, los que practicaban el individualismo de manera ortodoxa desde las tradiciones y los que buscaban la originalidad saliéndose de lo convencional, experimentando incluso con abstracción. La diferencia entre estos artistas fue formando grupos que fueron denominados Individualistas y Excéntricos.
Por otro lado, para el siglo XIX la producción de cerámica volvió a ser realmente importante y hubo gran demanda en Europa de porcelana blanca decorada con azul, recordemos que, para este siglo, el orientalismo estaba brillando de ese lado del mundo. De tal forma, las casas comerciales se enfocaron en Cantón y su exportación de porcelana china a países como España, Holanda, Suecia y Gran Bretaña. Cabe destacar que durante esta producción estuvo más marcada la diferencia entre la porcelana que se creaba para exportar a países extranjeros y la que se dedicaba al consumo nacional, puesto que el gusto chino era y fue diferente en varias etapas de su comercio con el exterior.
Nos encontramos esta vez con un país que no solo atravesó diversas conquistas y cambios en su gobierno, sino que también supo aprovechar su poder comercial y el interés del exterior en su arte, artistas que encontraron su propio estilo dentro de la tradición y quienes no se conformaron con lo establecido. De nuevo la proliferación artística de China solo se equipara a la riqueza de su historia.
En la siguiente parte hablaremos del arte en Corea y la influencia que tuvo el arte chino en el desarrollo de las practicas artísticas de la península.