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Arte asiático, parte VI: arte japonés (1185 – 1912)
Artículos | 23 FEB 2023 Por Valeria Correa

En esta segunda entrega de arte japonés, compartiremos información sobre lo que sucedió en lo períodos restantes de la historia de Japón antes de la actualidad. Si te perdiste la primera parte, puedes leerla dando click aquí.

Después de esta entrega, por fin profundizaremos en temas destacados dentro del arte japonés y las diversas manifestaciones que este experimentó desde el sintoísmo hasta la llegada del occidentalismo al país. Como la vez anterior, les compartimos una tabla con el contenido de este artículo y comenzamos.


Kamakura (1185 – 1333)

Una de las razones por las que este período es muy diferente a los anteriores, es el cambio de influencias sobre el poder político. Como ya vimos, estas siempre fueron religiosas y el budismo solía tener el mayor peso en las preferencias. Sin embargo, Kamakura se caracteriza porque el gobierno fue tomado por la clase militar, es decir, los samuráis.

El sintoísmo se benefició de esto, puesto que los samurái se concentraron principalmente en la edificación de castillos como fortalezas y se empezaron a formar talleres de artistas con mayor libertad de creación. Por otro lado, estos talleres se concentraron en producir una mayor cantidad de obras y la calidad se vio afectada por esto. Surgió la escuela Kei, con representantes como Unkei y Kakei, quienes fomentaron el naturalismo en el arte y destacaron en la escultura.

Por otra parte, el budismo no desapareció, pero sí cambió un poco. Tuvo un resurgimiento en Japón a través del budismo zen y su llegada al país también trajo consigo influencias chinas de la dinastía Song. Estas aportaron una estética austera y elegante sencillez al arte y las artesanías que se produjeron por el budismo.

Muromachi (1333 – 1573)

Con el paso del tiempo, el budismo volvió a tener poder desde la política ya que se convirtió en la principal religión del clan Ashikaga – quienes tenían el mayor poder político y militar del país – y las influencias del budismo zen se manifestaron en la arquitectura.

La pintura tuvo un desarrollo interesante durante la era Muromachi, puesto que apareció la pintura Sumi-e. Esta fue un estilo de pintura que se caracterizó por ser por completo en tinta negra, en estas obras solo había una escala de grises como gama de color. Más tarde, 2 samuráis – Kano Masanobu y Kano Motonobu, padre e hijo – aportaron características como las influencias del paisajismo chino y elementos no religiosos, creando así la Escuela Kano.

Pronto apareció otra escuela artística, la Escuela Tosa, cuya pintura tuvo cierto espíritu nacionalista y representaba temas literarios e históricos, a diferencia de la Kano. En este período, se popularizó la pintura en Emakis, unos largos rollos de papel sobre los que se pintaba en tinta, eran prácticos tanto para la práctica artístico como para su almacenamiento. En unos de estos emakis, unos monjes dieron origen al Choujuu Giga – hablaremos de este con mas detalle en la próxima entrega de arte japonés – el cual es considerado el primer manga creado en Japón.

El entusiasmo por impulsar el nacionalismo fue mas allá de la pintura y propició el desarrollo de otras artes menores como la cerámica, el diseño de jardínes, la poesía, la escultura, la música y el teatro.

Momoyama (1573 – 1615)

Este período se caracteriza por la edificación de magníficos castillos como muestra de poder, un ejemplo de estos es el Azuchi-jo, decorado por Kano Eitoku – descendiente del clan y la escuela de artistas Kano.

El dominio de Oda Nobunaga como daimyou fue lo que dio lugar a esta tendencia de levantar castillos para demostrar fortaleza y como estrategia militar. Fue él quien separó el poder político militar de la religión budista. Incluso abrió las fronteras del país, permitiendo la entrada de influencias occidentales y el primer contacto de Japón con el cristianismo.

Dichos castillos eran ostentosos, imponentes y se puso especial esfuerzo en su decoración. Se recuperó el interés por la ornamentación y esto se manifestó en trabajos en laca, la decoración de interiores y el uso excesivo de oro y plata.

Tal derroche desestabilizó nuevamente la economía del gobierno y este se vio obligado a cambiar el curso que tenía el estilo cultural que estaban fomentando. Entonces a finales del período Momoyama, la estética se volvió austera y sencilla, esta tendencia marcaría el estilo de la siguiente era.

Edo (1615 – 1867)

El resultado del gran impulso para la edificación de castillos en el período pasado se vio cuando cada líder de clan en la era Edo tuvo su propio castillo y la cuenta de estos clanes rebasaba los 200. Este particular orden social hizo que la necesidad de volver accesible el arte se viera como prioridad, así que algunas escuelas de artistas decidieron desarrollar un nuevo arte nacional: el Ukiyo-e.

El Ukiyo-e no solo era una práctica que benefició a los artistas por la facilidad que tuvo para su distribución y su producción, también se volvió un orgullo para el país. El arte en ese entonces, ya comenzaba a percibirse como una verdadera muestra de poder y de riqueza, por lo que se empezó a ver interés en formar colecciones.

La competencia que se creó en Japón por lo accesible que se volvió el arte a través de la estampa, hizo que los artistas se enfrentaran a un reto que no habían enfrentado de forma tan severa en el pasado: la necesidad de ser originales. Algunos de los más exitosos pudieron gozar de suficiente estabilidad y fama como para experimentar con su estilo y seguir teniendo trabajo, mientras que otros no tan famosos se vieron atados a seguir el canon de lo popular.

A fin de cuentas, ser un artista se volvió el algo importante en sí, no solo por la gran demanda de arte, sino porque socialmente se empezó a reconocer a los artistas como personas educadas y dedicadas a una disciplina, lo cual suele ser razón de respeto para la sociedad japonesa. En sí, el talento artístico era visto como una prueba de delicado cultivo personal y gran disciplina.

Meiji (1868 – 1912)

La apertura que experimentó Japón durante el período Momoyama, no permaneció durante el período Edo, sin embargo esto cambió de nuevo durante Meiji. La apertura de las fronteras influenció fuertemente al país y así como este pasó por una occidentalización, en Europa surgió el orientalismo. Este constó de la llegada a Europa de reliquias y artesanías tanto de China como de Japón, entre otros países orientales.

El intercambio cultural que hubo en este período, trajo grandes beneficios y avances para Japón, pero su influencia en Europa también fue significativa, el mejor ejemplo de esto fue la presencia del Ukiyo-e como fuente de inspiración para el Impresionismo y el Postimpresionismo.

Uno de los avances que podríamos mencionar, es que se empezaron a realizar exposiciones de arte tradicional japonés a nivel internacional a partir de 1884. Para 1893 se realizó otra en Chicago y otra en París en el año 1900.

De esta forma podemos apreciar que uno de los rasgos que fueron constantes en la historia del arte japonés, es lo drástico que puede ser su cambio entre períodos o incluso durante estos. La edificación de castillos, la pintura en emakis, el surgimiento del Ukiyo-e y la occidentalización son ejemplos de lo rápido que estuvo cambiando la corriente en Japón y la gran habilidad que tuvieron tanto para inventar como para adaptarse a diferentes influencias.


Fuentes: iHistoriarte. Historia del arte – arte en el continente asiático.

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