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La caida de la mariposa y el triunfo del arte: John Ruskin vs James Whistler.
Artículos | 26 JUN 2023 Por Valeria Correa

La segunda mitad del siglo XIX fue bastante turbulenta y estuvo repleta de momentos polémicos para el arte y escándalos entre sus artistas. Gran parte de esto se debe a las revoluciones artísticas que se dieron en este período contra la tradición académica, como el Impresionismo.

La sociedad inglesa, conocida por ser rígida y apegada a diversos regímenes sociales, también vivía con gran interés cualquier espectáculo que se presentara para cambiar el ritmo de la vida cotidiana donde todos intentaban mantener apariencias, ya sean obras de teatro, escándalos o juicios.

En este caso, el juicio fue lo que se convirtió en un espectáculo público y trascendió el tiempo como parte de la historia del arte. El demandado fue la mayor figura entre críticos de arte que tuvo Inglaterra durante el siglo XIX, John Ruskin. Un importante académico y teórico del arte con una posición y opinión muy respetada entre los miembros de la Royal Academy. El demandante fue James A. M. Whistler, el sofisticado artista estadounidense que vivió con gracia en la sociedad artística inglesa, hasta que demandó a Ruskin.

Después de haber visto una de las obras de Whistler en una exposición, Ruskin publicó su critica general del evento, arremetiendo fuertemente contra lo que vio del trabajo del estadounidense. Ruskin escribió “nunca pensé en escuchar que un engreído se atrevería a pedir 200 guineas por arrojar una lata de pintura al público”, la obra en cuestión fue el “Nocturno en Negro y Dorado: Cohete cayendo” (1877). Esta es un paisaje y las pinturas de Whistler con este tema, se inclinaron hacia el estilo impresionista.

El impresionismo ya llevaba varios años de haber surgido en Francia para cuando Ruskin critica la obra de Whistler, sin embargo, en Inglaterra aun eran extrañas estas expresiones no académicas y difíciles de procesar. Ruskin por sobre todos, fue un gran entusiasta del naturalismo (artistas representando la belleza y el valor de la naturaleza) y un académico con una reputación y palabra importantes. El crítico vio la obra como una expresión mal lograda, como si Whistler careciera de la habilidad de poder observar y apreciar correctamente la naturaleza.

La magnitud de la influencia que tenía la palabra de Ruskin afectó a Whistler como artista, por lo que en 1878 demandó al crítico y lo llevó a juicio. Este evento llevó a las dos partes a un deterioro increíble tanto de sus carreras como de su imagen pública. Ruskin, quien ya padecía dificultades de salud relacionadas a su capacidad metal y lucidez, no pudo ni llegar al final del juicio por sí mismo, Edward Burne-Jones tuvo que representarlo cuando este cayó enfermo. Whistler por su parte, prácticamente se volvió paranoico, después de que nadie se pusiera de su lado en el juicio e incluso su amigo Burne-Jones apoyara al crítico, sintió como si toda Inglaterra estuviese en su contra, además de que quedó en banca rota al final del juicio.

Finalmente, el fallo fue a favor de Whistler y después de la maravillosa defensa que presentó por sí mismo frente al interrogatorio del fiscal general, el resultado no podía ser otro. Un movimiento decisivo para este juicio fue cómo Whistler guió al fiscal justo donde lo quería cuando este le preguntó cuánto tiempo le tomó realizar el cuadro en cuestión. Whistler le comento que aproximadamente dos días del trabajo, con lo que el fiscal cayó en su trampa y dijo:

 “Entonces ¿está usted cobrando 200 guineas por el trabajo de dos días?”

 Whistler sabía que había logrado lo que quería y soltó su brillante respuesta.

 “No, estoy pidiendo ese dinero por el conocimiento de toda una vida.”

Con esa simple línea, el artista marcó el inicio del camino que necesitan conocer y recorrer los artistas para desarrollarse en el mercado del arte: saber el valor de su trabajo y sus conocimientos. Whistler perdió más de lo que obtuvo en su batalla contra Ruskin, sin embargo, el arte y lo artistas se han beneficiado de la semilla que plantó el artista ese día en contra de los prejuicios que han creado la incorrecta percepción del valor del arte.


Fuentes: The Collector, La aventura estética (William Gaunt).

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