Conoce la historia del falso coleccionista que engañó a más de 46 museos y galerías por más de 30 años sin pisar cárcel.
Existen varios motivos por el cual la gente realiza obras falsas. Por ejemplo, no requiere mucha explicación saber porqué existen personas que utilizan el nombre de artistas exitosos para hacer dinero fácil. También existe la venganza o la frustración; artistas como Tom Keating que se sienten vencidos por un sistema injusto que no reconoce su talento y su trabajo duro, y que buscan en la falsificación una forma de burlarse. Pero ¿qué hay de la aceptación social?, ¿de la interacción humana?, ¿de la necesidad de sentirse como un miembro reconocido de tu comunidad? ¿Son estos motivos suficientes para estafar a la gente? Para Mark Landis, artista, falsificador y estafador de Estados Unidos, la respuesta siempre estuvo clara.
Origen
Mark Landis (1955) tenía solo 17 años cuando experimentó por primera vez una crisis nerviosa ante la pérdida de su padre. Hijo de una familia de clase media, durante su infancia estuvo en constantes mudanzas en ciudades de Europa y los E.E.U.U. debido al trabajo de su padre en el ejército de Estados Unidos, dificultando que Landis pudiera desarrollar habilidades sociales con personas de su edad y volviéndolo un niño sumamente introvertido. Ante su episodio nervioso, Landis fue internado en un hospital psiquiátrico y el diagnóstico de su médico fue severo: esquizofrenia. Y como muchos pacientes que buscan alternativas para aliviar los males de la mente, un médico le recomendó a Landis volcarse en el arte, una terapia que no solo ayudaría en su diagnóstico, pero también en una actividad que le daría significado a su vida.
Pero a pesar del refugio que le ofrecía el arte, Landis vivió los siguientes años de su vida en una burbuja de aislamiento. Víctima de su enfermedad, y limitado a ver la televisión por múltiples horas al día, Landis alimentó una fascinación hacia los coleccionistas de arte; personas tan opuestas a él con poder económico e influencia social, que eran celebrados como filántropos por sus donativos a museos y galerías.
A mediados de la década de los 80’s, tras varios años de admirar a los coleccionistas, Landis cedió a la obsesión, y en un acto de impulsividad, fue a una biblioteca donde copió fotografías de indígenas de Estados Unidos al estilo “cowboy” del artista Maynard Dixon (1875 - 1946). Después visitó el Museo Oakland de California donde contaban con una exposición del artista y donó su obra como un original.
Landis no esperaba mucho de este acto; solo quería impresionar a su madre y creyó que el museo solo le agradecería por la donación. Sin embargo, su acto fue tan bien recibido por el museo, que Landis, quien había vivido la mayor parte de su vida en soledad y sintiéndose como un extraño, recibió un trato especial que inmediatamente lo volvieron adicto a la atención.
La admiración y el engaño
Por los próximos 30 años, Landis perfeccionaría su sistema de “donaciones”; estudiaba lo que los museos tenían en sus colecciones, preparaba una obra que pudiera ser de su atracción, y se presentaba, como coleccionista o sacerdote, con una historia de cómo había conseguido la obra y porqué quería donarla. También creó diferentes pseudónimos como Mark Lanois, Padre Arthur Scott, John Grauman y más; en su mayoría, nombres que obtenía de catálogos de arte.
Su terapia artística lo habían convertido en un excelente copista; desarrolló la capacidad de copiar obras con diferentes materiales en lapsos de tan solo 2 o 3 horas, y utilizaba materiales de fácil acceso y bajo costo que adquiría en supermercados, como lápices de colores, acuarelas y café, que utilizaba para dar un aspecto antiguo. También era cuidadoso de seleccionar qué artistas copiar y a qué museos contactar; era menos probable que un museo de una pequeña ciudad fuera quisquilloso con la obra que recibía, y menos aún que detectara alguna anomalía si se trataba de un artista poco conocido. Además, una conducta normal de los museos es que las obras donadas sean menos estudiadas que aquellas que son compradas; como dice la frase "a caballo regalado, no se le miran los dientes".
Pero probablemente lo más interesante sobre Mark Landis es que la motivación de sus estafas se alimentaba del trato especial que recibía de los museos. Afectado por su enfermedad y una baja autoestima, Landis encontraba en sus engaños algo que no podía obtener en su vida diaria: la interacción humana y la admiración. Las atenciones que recibía de las instituciones de arte (museos y universidades) eran inusuales para cualquiera; regalos, cenas, personas que viajaban desde otros estados para recibir sus donaciones, ruedas de prensa e incluso boletos de avión. Como Landis describiría posteriormente, cada que donaba una obra, el se volvía “rey por un día”.
Al descubierto
A pesar de su habilidad, Landis no era particularmente minucioso ni detallista con sus falsificaciones y sus estafas. Y el error que lo puso en evidencia no fue una cuestión de sus materiales; algunos pocos museos llegaron a detectar sus falsos, pero simplemente asumían que Landis no sabía que sus obras donadas eran falsas. El error que puso en alerta a los museos fue algo más fácil de prevenir: Landis repetía las obras que falsificaba.
Matt Leninger, encargado de recibir y catalogar las nuevas obras del Museo de Oklahoma fue quien descubrió la farsa. En 2007 Landis se presentó en el museo con una donación 5 obras de los artistas franceses Paul Signac y Stanislas Lepine. Y como parte de un protocolo normal de curaduría, Leninger se dió a la tarea de investigar sobre los artistas de las obras que habían recibido. Rápidamente se encontró con que otros 2 museos habían hecho ruedas de prensa por haber recibido en donación las mismas obras que Leninger tenía ¿El donador? Mark Landis.
Leninger inmediatamente se contactó con diferentes instituciones de arte del país preguntando si alguna otra institución había recibido donaciones a nombre de Mark Landis; en menos de una hora, ya tenía correos y llamadas de 20 instituciones diferentes preguntando qué sucedía. Al día siguiente, Leninger ya había identificado que 16 museos diferentes tenían falsificaciones repetidas de 3 obras del siglo XIX.
La fama y la verdad
Por los siguientes 3 años, Leninger se obsesionaría con Landis, rastreando los museos donde había donado, las obras que había entregado, los pseudónimos que utilizaba y más. Adicional, Leninger se asesoró con un ex agente del FBI especializado en crímenes del arte para saber cómo proceder legalmente; su sorpresa fue grande al descubrir que Mark Landis no había cometido ningún crimen. Para que un fraude sea considerado como tal, Landis tendría que haber cobrado por sus obras o haber solicitado una deducción de impuestos por sus donaciones, cosa que nunca sucedió.
En 2010, la investigación de Leninger coincidió con la de Joyce Penn, catalogadora del Museo de la Universidad de Arte Hilliard, que recientemente había recibido una obra en donación de Landis que resultó ser falsa. Habiendo comparado las investigaciones de Leninger y Penn, Mark Tullos, director del museo de Hilliard, mandó un correo masivo a sus colegas de la Red de Seguridad de Museos y la Asociación Americana de Registradores de Museos. Su mensaje dio como resultado una nota en The Art Newspaper que incluía una fotografía de Landis y una alerta sobre sobre sus donaciones, lo cual dificultó que Landis que continuará con su farsa. Landis comenzó a notar que poco a poco eran más los museos que rechazaban sus donativos y que Leninger le seguía la pista.
En 2012, Leninger tuvo una idea: si Mark Landis recibía reconocimiento como artista, ¿dejaría de producir obras falsas? En colaboración con varios museos que tenían obra de Landis y un espacio otorgado por el Museo de Cincinnati, se realizó la curaduría de 40 obras para exposición. Incluso el propio Landis colaboró a distancia enviando obras y su traje de sacerdote. La exposición se inauguró con el nombre “Faux Real” (Trad: Falsos originales) el 1 de abril de 2012, fecha celebre en Estados Unidos por celebrarse el “April’s Fool” o “Día de los Inocentes”, una fecha conocida por realizarse bromas entre miembros de la comunidad. Landis y Leninger finalmente se confrontaron en persona con la verdad expuesta, pero Landis no pudo más que agradecerle a Leninger por la exhibición, disculparse por sus actos, y retirarse temprano de la exposición.
Pero en 2014, Landis todavía era una especie de mito que solo era conocido por las personas que trabajaban en la industria del arte. Aprovechándose de esto, Sam Cullman y Jennifer Gauman decidieron grabar un documental sobre su vida llamado “Art and Craft”, incluyendo escenas reales de Landis en acción, estafando personas con sus obras disfrazado de sacerdote, y entrevistas con Matt Leninger. Esto finalmente puso a Landis en el mapa a nivel nacional, con noticieros famosos solicitando entrevistas con él como The New Yorker, BBC, The New York Times, ABC News y más. También comenzó a recibir invitaciones para exponer su obra junto con la de otros falsificadores famosos y la atención que recibió por su vida real quizás terminó de llenar ese vacío que por mucho tiempo intentó colmar con sus falsificaciones.
Actualidad
Hoy en día, Landis trabaja realizando obras por comisión en su comunidad de Laurel, Misisipi. Su antecedente como estafador atrajo la atención de una mujer acaudalada de la zona llamada Elizabeth Wyndham, con quien trabó amistad y desde entonces ha fungido como mecenas, consiguiéndole trabajos por encargo para ella y sus conocidas. Si bien Landis dice arrepentirse de haber engañado a la gente, no muestra remordimiento por los beneficios que obtuvo. A la fecha sigue otorgando entrevistas sobre su vida, una de las más recientes en mayo de 2021 con el periodista Jay Lush, publicada en Youtube.
Se cree que Mark Landis estafó durante casi 30 años a más de 46 museos de 20 estados diferentes en Estados Unidos. El estimado de obras falsas donadas supera las 100 piezas, pero Leninger y Landis declaran que podrían ser mas; Landis nunca llevó un registro de los museos que visitaba y posiblemente muchas instituciones aun no sepan que poseen un falso realizado por el, o no han querido declararlo. Y en este momento, en algún museo de los Estados Unidos, todavía podría existir una obra falsa realizada por él, montada en una exposición.
Fuentes: BBC News, Jay Lush Interviews the World, The Art Newspaper y The New Yorker.