La Orquesta Filarmónica de Medellín (Filarmed) está llevando a cabo un programa único de inclusión musical llamado Soy Músico, dirigido a jóvenes neurodivergentes. Esta iniciativa, que comenzó en 2016, ha permitido a más de 30 jóvenes con diagnósticos como síndrome de Down, autismo severo o discapacidad intelectual desarrollar sus habilidades musicales, demostrando que la música es una herramienta poderosa de integración y expresión.
El programa, que funciona en Antioquia desde hace ocho años, ofrece a los participantes la oportunidad de aprender a tocar diversos instrumentos sinfónicos y, dos veces al año, realizar conciertos junto a la Orquesta Filarmónica de Medellín. Tal como es el caso de Raquel, una joven de 15 años, este programa se ha convertido en una fuente de orgullo y disciplina. Su madre, Beatriz, observa con emoción los progresos de su hija, quien no solo ha destacado en música, sino también en teatro y deportes. “Raquel es mi maestra”, afirma Beatriz, destacando el apoyo familiar como clave en el desarrollo de su hija.
A través de Soy Músico, los jóvenes no solo adquieren conocimientos musicales, sino que también participan en un proceso de integración con sus compañeros, superando barreras sociales y culturales. Juan David Gómez Pamplona, uno de los primeros en unirse al programa, comparte que su experiencia le ha permitido ganar respeto tanto dentro como fuera de la orquesta, y destaca cómo la música ha sido fundamental para su desarrollo personal. "Aquí me siento respetada", afirma Claudia Zapata, otra de las integrantes del programa, quien lleva cuatro años aprendiendo a tocar instrumentos.
El proyecto está dividido en tres fases, comenzando con una etapa básica de cuatro horas semanales de ensayo y avanzando hacia una fase más intensa para aquellos que han demostrado mayor progreso. Los jóvenes más experimentados, como Raquel, Claudia y Juan David, ahora forman parte de la fase Proyección, donde se les asigna una mayor carga semanal de trabajo y tienen la oportunidad de presentarse al lado de los músicos profesionales.
La directora de Filarmed, María Catalina Prieto, explica que el objetivo de este programa es romper el mito de la incapacidad de las personas con discapacidad cognitiva, resaltando sus “otras capacidades” y promoviendo su inclusión en el ámbito artístico. “Queremos cambiar la percepción de la sociedad y demostrar que las personas con neurodivergencia pueden lograr grandes cosas en la música y en otros campos”, afirma Prieto.
Además de los logros musicales, Soy Músico también ha creado una red de apoyo entre las familias, quienes se han sentido acompañadas en su lucha contra los prejuicios. Las madres y padres se reúnen durante los ensayos, compartiendo experiencias y fortaleciendo su compromiso con el programa. Según la profesora Juanita Eslava, el proceso de integración no solo beneficia a los jóvenes, sino que también tiene un impacto positivo en la comunidad al enseñar respeto y aceptación.
En resumen, Soy Músico no solo está transformando las vidas de los jóvenes que participan, sino que está ayudando a cambiar la forma en que la sociedad ve a las personas con discapacidad. Con el apoyo de la Orquesta Filarmónica de Medellín y de sus familias, estos jóvenes demuestran que la música tiene el poder de unir, inspirar y superar cualquier barrera.